Allan Falby, era capitán de la guardía de tráfico de El Paso, Texas, en los años treinta, cuando una colisión con un camión que marchaba a gran velocidad casi puso fin a su carrera. Se estaba desangrando lentamente por una arteria cortada de pierna cuando Alfred Smith, que pasaba por allí, detuvo su coche para ayudarle. Smith puso un torniquete en la pirna sangrante y Falby sobrevivió, aunque tardó varios meses en recobrarse y estar en condiciones de reanudar su servicio.
Cinco años más tarde, fue Falby quien llegó al lugar de otro accidente en la misma zona. Un hombre se había estrellad en su coche contr un árbol y estaba sangrando copiosamente de una arteria cortada de la pierna derecha. Antes de que llegase la ambulancia, Falb logró hacer un torniquete y salvar la vida del hombre. Sólo entonce se dio cuenta de que la víctima del accidente era el hombre que le había salvado cinco años antes: Alfred Smith.
Falby se tomó el incidente como un buen profesional:
—Todo esto demuestra —dijo— que un buen torniquete se merece otro.
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