En mayo de 1981, los residentes de la ciudad de Naphlion, Grecia meridional, presenciaron una lluvia de ranas verdes. Miles de pequeños anfibios, pesándo solamente unos pocos gramos cada uno, cayeron del cielo y saltaron por las calles.
Científicos de Instituto metereológico de Atenas dieron la explicació acostumbrada. Un torbellino había absorbido las ranas de un pantano en África del Norte y las había transportado unos ochocientos kilómetros a través del Mediterráneo para dejarlas caer en Naphlion.
Curiosamente pocas ranas murieron a causa del violento viaje. En realidad, se adaptaron muy bien a su nuevo ambiente. Sin embargo, algunos ciudadanos se quejaron de dormir mal por la noche. Los emigrantes anfibios hacían demasido ruido.
Científicos de Instituto metereológico de Atenas dieron la explicació acostumbrada. Un torbellino había absorbido las ranas de un pantano en África del Norte y las había transportado unos ochocientos kilómetros a través del Mediterráneo para dejarlas caer en Naphlion.
Curiosamente pocas ranas murieron a causa del violento viaje. En realidad, se adaptaron muy bien a su nuevo ambiente. Sin embargo, algunos ciudadanos se quejaron de dormir mal por la noche. Los emigrantes anfibios hacían demasido ruido.
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