martes, 3 de marzo de 2009

UNA FLOR DE ORO EN EL CIELO


Es quizá en Francia en donde actualmente, más se estudia el fenómeno de los OVNIS; es también el país que más "visitas" habrá recibido, lo que seguramente acrecentó el interés por todo lo que vuela y no tiene nombre...

El GEOS (Group d'Estudes des Objets Spatiaux de France) ha organizado a escala nacional en todo el territorio francés, una extraordinaria campaña de observación del cielo durante la noche del 23 a 24 de marzo de este año. La campaña acatada no solamente por los afiliados al GEOS sino por todos los ciudadanos de buena voluntad interesados en toda manifestación de vida extraterrestre, ha tenido una resonancia formidable y ha arrojado resultados sorprendentes.

Descartando los casos poco serios, en los cuales el embuste está a la vista (en general constituyen un 40% de la cantidad de sucesos recopilados y estudiados), el 60% restantes está formado por avistamientos corrientes, y unos 17 o 18 casos espectaculares.

De todas partes del país han llegado al GEOS testimonios de que nuestro planeta está siendo visitado u obsevado por seres de otros mundos y la campaña emprendida ha dado lugar a que también afloren casos ocurridos en fechas anteriores y hasta ahora no divulgados por el natural temor de los testigos, de ser considerados locos o fantasiosos.

Las lenguas ahora desatadas han sacado a luz casos de antología, muchos espectados en caseríos solitarios, en los cuales los moradores mencionan el paso de "las estrellas que caminan", como cosa corriente.

El suceso más extraordinario recopilado por el GEOS, es el acaecido unas cuantas noches antes de la del 23 de marzo, en Meuzac (en el Limousin), presenciado por un agricultor e la zona , Henri Broussouloux.

Era la noche del 19 de marzo, y nuestro hombre se encontraba en su casa. Mientras esperaba el inicio de la película "Okinawa", que aquella noche se daba en la televisión francesa; Broussouloux, estiraba sus piernas, dando cuatro pasos en la pequeña sala. En cierto momento, después de encender su pipa, quedó parado con la espalda apoyada en la chimenea; mirando a través de la ventana lo que parecía una noche singularmente despejada.

Vio de repente un fulgor amarillento que desde afuera pasó adentro, barriendo por breves segundos la penumbra de la sala, le pareció raro ya que la claridad de la noche no permitía pensar en un relámpago. Pensando que algo inusitado ocurría con su vista, se dispuso a sentarse frente al aparato de TV., cuando una nueva luz, esa vez extremadamente potente, penetró en la casa. —"Era como una cinta chata", relató Broussouloux, "de unos tres metros de ancho". Surgía desde la parte posterior del bosque que está situado a 80 metros de mi granja. Yo tenía la impresión que venía hacia mi. Era de un color amaillo fuerte, parecido al de los faros de iodo".

Extrañado el agricultor salió en seguida para observar el fenómeno desde afuera: el haz de luz seguía barriendo el paisasje, en el sentido contrario de las manecillas de mi reloj. Cada "barrida" duraba un segundo, luego había una interrupción, y el haz regresaba siempre más brillante, siempre más potente, completamente dorado.

"No podía pensar que provenía de los faros de algún auto, ya que el bosque detrás del cual surgía la luz, desaparecía como bajo el efecto de algún borrador, a cada paso del potente haz"—, añadió Broussouloux.

También ocurrió otro fenómeno extremadamente curioso: "Por primera vez en mi vida, dijo él, pude ver la granja de mi vecino, que se encuentra a 250 kilómetros de la mía y está completamente tapada por los árboles". Ahora se veía, no sólo la casa sino el enrejado de ramas que separaba los terrenos contiguos a la granja....

Después de unos minutos, el haz desapareció para surgir luego a la izquierda de Broussouloux y alejarse rápidamente zigzagueando.

—"Me preguntaba en aquel momento, en qué mundo me encontraba, ya que lo que estaba presenciando, no tenía nada en común con lo que suele pasar en el nuestro"...Pero el asombro del hombre no terminó allí, ya que cuando se disponía a volver a entrar en su casa, un nuevo ballet de luces se presentó en el cielo, esta vez encima de su propia granja.

Ahora se trataba de algo más que un inmenso y extraño haz. Ahora sucedía lo increible, un espectáculo féerico, que seguramente ningún otro ser humano tuvo la oportunidad de presenciar jamás. Una flor descomunal dorada y bellísima, brillaba allá arriba, destacando sus gigantescas proporciones sobre el cielo de tinta.

—"Solamente el que la ha visto puede describirla", dice Henri Broussouloux. "Era como la mitad de una margarita, cuyo corazón era aún más negro que la noche. De él partían inmensos pétalos de un amarillo intenso, de unos 150 metros de largo y de tres metros de ancho, cuyas extremidades eran cortadas abruptamente, la otra mitad de la flor quedaba tapada a mis ojos por el techo de mi granja, y todo ello giraba continuamente, siempre en el sentido contrario al de las manecillas del reloj.

Supongo que el aparato que la emitía podía encontrarse a unos 200 metros de altura y probablemente estaba inmovilizado en una posición oblícua, ya que los "pétalos de oro" apuntaban hacia el cielo.".

La misteriosa flor giraba en completo silencio y era un espectáculo tan féerico que el pobre agricultor, hubiera deseado poder contemplarlo durante horas.

Inesperadamente, la margarita quedó borrada del cielo: no es que se alejó o que disminuyó de intensidad, sino que quedó borrada instantáneamente como por obra de magia.

Lo que a nuestro entender podrían ser las inmensas luminosas hélices de un extraño vehículo espacial, para Henri Broussouloux queda definitivamente como una flor gigantesca y dorada que le quitó el sueño. No se alejó de su casa aquella noche, pero en la madrugada siguiente recorrió las grandes vecinas preguntando a todo el mundo si alguien había visto su flor. Nadie había tenido ese privilegio, quizás porque la mayoría de las ventanas de aquel caserío dan hacia el lugar opuesto del cual se desrrolló el singular espectáculo.

Henri fue entonces a relatar en la gendarmería del lugar, lo presenciado; se hizo seguidamente una breve inspecció del lugar, más ni en el suelo, ni en las ramas de los árboles quedaba indicio alguno del pase de la insólita flor de los cielos....

Sin embargo, dos días más tarde se supo que un cierto Blanchet, agricultor que mora en un caserío cercano a Meuzac, había visto unos potentes y dorados haces de luz en el cielo, pero que asustado, se había refugiado en su casa sin querer ver ni saber nada más.

Los del GEOS encontrando este caso más interesante que cualquier otro, lo estudiaron, preguntándose de qué aparato podría tratarse, dado que no encaja en ningún tipo de de los ya catalogados.. Quizás se trató de un OVNI común y corriente , pero con la particularidad de emitir rayos luminosos jamás vistos hasta ahora. Quizás...

El beneficiado con el féerico ballet del cielo de Meuzac, se considera un hombre con suerte y ciertamente no lamenta haber perdido su espectáculo favorito en televisión. Desde entonces mira más que nunca el cielo en busca de su insólita flor.






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