domingo, 8 de marzo de 2009

ENFERMEDAD DE LAS MUÑECAS

LA ENFERMEDAD DE LAS MUÑECAS

Las reproducciones de muñecas antiguas eran perfectas excepto unas manchas negras en todas sus caras. Incapaz de evitar la aparición de las manchas, la muchacha que había confeccionado cada una de ellas manualmente estaba destrozada. Al pensar que sus sudorosas manos eran las responsables, acudió al gabinete del médico británico Conrad Harris.


El doctor decidió llevar a cabo una sencilla pueba. Antes de meter la cabeza de arcilla de la muñeca al horno, dio instrucciones a su paciente para que trazara la señal de la cruz con el dedo en la muñeca. Luego repetiría el procedimiento con una segunda muñeca, pero esta vez con unos guantes de goma puestos. Y, en efecto, la muñeca tocada con el guante no mostró manchas.


Tras haber determinado que la chica era la fuente del problema. Harris se dedicó a enterarse que era de su sudor lo que causaba la reacción de las muñecas. Creyendo que se trataba de sulfuros, su suposición quedó confirmada cuando un análisis de la dieta reveló que la muchacha consumía grandes cantidades de ajo, rico en sulfuros. Y cuando dejó de comer ajo durante una semana, las manchas ya no aparecieron en las muñecas.


Naturalmente, el descubrimiento de Harris tuvo amplias implicaciones para la industria de reproduccón de muñecas antiguas: los artesanos de Italia, Alemania y Francia —con alimentos tradicionalmente ricos en ajo— perdían con regularidad el 10% de sus muñecas a causa de la enfermedad de las manchas negras.


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