UNA PESADILLA METAPSÍQUICA
A veces, una experiencia metapsíquica hace menos sorprendente una por lo demás espantosa tragedia. Cuando Wendy Finkel murió en un accidente de automovil cerca de Point Mugu, en la costa del sur de California, su madre no necesitó que se lo comunicara la Policía. Lo sabía ya. Fue el jueves 19 de noviembre de 1987.
A veces, una experiencia metapsíquica hace menos sorprendente una por lo demás espantosa tragedia. Cuando Wendy Finkel murió en un accidente de automovil cerca de Point Mugu, en la costa del sur de California, su madre no necesitó que se lo comunicara la Policía. Lo sabía ya. Fue el jueves 19 de noviembre de 1987.
Era la íspera del cumpleaños de Wendy. Tres de sus condiscípulos habían venido de Santa Barbara en coche para llevar a alguien al aeropuerto de Los Ángeles. Dos de los estudiantes pensaban asistir a un concierto de rock. Llevaron a Wendy a cenar y a bailar y después visitaron a su hermana, que vivía cerca de Ucla. Los Finkel se disponían a celebrar el cumpleaños de Wendy aquel viernes y esperaban especialmente tener a sus hijos en casa para el día de Acción de Gracias. La tragedia ocurrió temprano por la mañana, cuando el coche que llevaba a los estudiantes se salió por lo visto de la carretera de la Costa del Pacífico y cayó al mar. Un pescador vio el Honda Cívic 1986 flotando boca abajo en el agua la mañana siguiente, y los cuerpos de los tres amigos de Wendy fueron pronto recobrados.
En el mismo momento del accidente, Mrs. Finkel se había despertado de pronto, jadeando, en su casa de Woodland Hills. "Sentí como si me estuviese ahogando —dijo más tarde a los reporteros— . No podía aspirar aire en mis pulmones. Miré el reloj y eran las dos y pico de la mañana. Presumo que fue la hora en que se despeñó el coche en Point Mugu".
El cuerpo de Wendy no ha sido todavía recobrado, aunque su madre tiene pocas dudas sobre su destino.
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