MUERTOS DEBAJO DEL AGUA QUE PARECÍAN VIVOS
Los visitantes del Museo Topkapi de Estambul, Turquía, oyen hablar a menudo de las crueldades y peligros de los tiempos en que el Topkapi, construido en un acantilado sobre el Bósforo, era palacio imperial de los sultanes turcos. Los sultanes de Turquía tenían, como los emperadores romanos, poder de vida y muerte sobre sus súbditos. Una de las leyendas más escalofriantes se refiere a la eliminación de las concubinas imperiales que, por infidelidad o su mal genio, habían disgustado al sultán.
Abdul el Maldito, fue un gobernante especialmente famoso. La pena para sus desgraciadas concubinas era ser metidas vivas en un saco, cosido y lastrado, y arrojadas a las aguas del Bósforo. Pero no desaparecieron del todo. Años más tarde, los buzos que operaban en aguas profundas cerca del palacio encontraron a veces aquellos sacos lastrados de pie en el fondo del mar, oscilando como si estuviesen vivos en las frías aguas de la corriente.
En 1957 un incidente submarino todavía más espantoso por submarinistas en el llamado Lago del Diablo, en Checoslovaquia. Buscaban el cuerpo de un joven presuntamente ahogado mientras remaba en el lago. Pero lo que encontraron en sus aguas profundas no fue un cadaver, sino muchos, y no todos ellos de seres humanos. Encontraron soldados en uniforme de combate. Algunos sentados en cureñas o en cajones de municiones, y caballos, muchos de los cuales estaban todavía de pie y con sus guarniciones. Era todo lo que quedaba de una unidad alemana de artillería que, cuando cruzaba el lago helado durante la retirada en la Segunda Guera Mundial, el hielo se había roto, probablemente a causa de algún bombardeo, y aquella se había hundido hasta el fondo del lago. El agua profunda y sumamente fría había conservado durante doce años a los soldados, y los había conservado muchos más, en posición y listos para el combate...pero muertos.
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