La más famosa novela de horror de todos los tiempos, Drácula, de Bram Stoker, se basó en la sanguinaria carrera de una persona real, el príncipe Vlad IV de Valaquia, o Vlad el Empalador, que gobernó en el siglo XV Rumania, con puño de hierro y estacas afiladas.También conocido como Drácula o «hijo del diablo», Vlad fue uno de los gobernantes más crueles que ha conocido el mundo. En realidad, un estudio realizado en 1981, le comparó únicamente con Idi Amin, Hitler y Calígula, por su total desprecio a la vida y los sufrimientos humanos. Se ganó el sobrenombre de el Empalador por su afición a las estacas de madera como instrumento predilecto de tortura. Miles de soldados y civiles turcos, empalados en estacas clavadas en el suelo, murieron con terribles sufrimientos a sus manos.Vlad comía entre las víctimas que se retorcían, sorbiendo o bañándose en su fluido vital. Tan terrible llegó a ser su fama en él campo que, cuando murió en 1477, circularon rumores de que salía de la tumba en busca de más sangre. Estas historias pudieron contribuir a la noción popular de que la única manera de terminar con las mortíferas depredaciones del vampiro era clavar una estaca de madera en su cadáver viviente.
Sin embargo, se olvida a menudo un detalle trivial, y es que el Conde Drácula original de Stoker, sólo murió después de que le fuese cortada la cabeza y clavado un cuchillo Bowie en el pecho... por un tejano.Una coincidencia casi increíble salió a la luz en tiempos modernos. Un descendiente del verdadero Drácula fue localizado en la Rumania comunista... trabajando en un banco de sangre.
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